Baños Árabes

Una de las experiencias imprescindibles cuando se viaja a cualquier país árabe es visitar un hammam. Desde hace siglos, estos baños han ocupado un papel central en la cultura islámica al convertirse en unos verdaderos centros de reunión social y tertulia. La persona que acude a un baño turco no solo lo hace para limpiar su cuerpo, también para relajarse y conversar de forma distendida con amigos, familiares y conocidos. No es casualidad que el baño árabe o hammam se sitúe en una zona privilegiada de las ciudades y en un edificio que siempre llama la atención por su arquitectura.

Al baño árabe es preciso acudir sin prisas, pues consiste en todo un ritual que no debe tomarse a la ligera. Como hemos dicho anteriormente, se trata de limpiar el cuerpo en profundidad, pero también de relajar hasta el último músculo. De ahí que antes de comenzar el baño, haya que pasar por una estancia conocida como cuarto tibio donde el visitante empieza a entrar en ambiente. Se trata de una habitación habilitada para respirar aire caliente, ideal para iniciar el proceso de relajación. Tras unos minutos, toca trasladarse a otra habitación todavía más caldeada, de ahí su nombre de cuarto caliente, lugar en el que se acentúa el proceso de relajación mental y corporal. Una de las sorpresas del hammam llega a continuación, pues, aunque no se trate de ningún misterio, el baño de agua fría supone una impresión tan impactante como placentera. Después de desterrar hasta la última impureza acumulada en los poros de la piel llega el momento de recibir un espectacular masaje por parte de unas manos expertas. Por último, el conocido como baño árabe finaliza en una sala de enfriamiento. En este lugar y ataviado de la tradicional tela conocida como «futa», el visitante finaliza el proceso de relajación tras la intensidad del enérgico masaje sobre mármol recibido justo antes.

La experiencia de visitar un baño árabe o hammam no es comparable ni mucho menos a visitar un «SPA» o cualquier baño moderno. Sin ninguna duda, vivir en primera persona la tradición milenaria de recibir un baño árabe suele marcar un antes y un después en la vida del visitante. No es de extrañar la popularidad que entre los adinerados europeos tuvieron los baños árabes en la época victoriana.

En España los baños árabes tuvieron una importancia capital durante siglos, ya que fueron una de las riquezas que los árabes trajeron a la península. Desde Oriente Medio hasta al-Ándalus no había ciudad que no contara entre sus edificios más destacados con un hammam. Cerrados por Isabel la Católica, todavía hoy son muchas las ciudades españolas que mantienen en buenas condiciones de conservación los edificios que en su día albergaron los baños. De hecho, en diferentes puntos de la geografía, como por ejemplo en Granada, se están recuperando estos edificios para su uso tradicional y se están abriendo diferentes baños árabes. Sin duda alguna se trata de una noticia fantástica pues nos permite disfrutar en nuestro propio país de una experiencia histórica y cultural única.